Recetario de cocina para pasarla mal

Por: César Pineda

Recetario de cocina para pasarla mal

Hoy comí frijoles casi congelados. Los puse al sol como si fueran ropa tendida. Me los comí tibios con tortilla dura. Imaginé que eran los chiles rellenos que hace mi mamá. Cerré los ojos, casi supieron igual, casi. La adultez, pensé, es eso: comerse una fantasía. Por eso te dejo este recetario, para compartir otra de aquellas cosas que no nos dijeron cuando nos volvimos adultos: aunque todo tenga instrucciones siempre faltará algo, algo que no se dice, que se siente, que se saborea, y que no lo descubrimos hasta que se nos acaba el gas.

Huevo frito con cualquier cosa que haya en el refrigerador

Ingredientes:

• 2 huevos que no llegarán a cocerse

• Cualquier cosa que haya en el refrigerador

• Tanque de gas vacío

• Culpabilidad al gusto

Tiempo de preparación:

Lo que tardas en darte cuenta de que no tienes gas.

Elaboración:

Abrir el refrigerador. Sacar los últimos dos huevos de la caja y un tupper con frijoles fritos a punto de caducar. Prender la estufa a fuego alto para ahorrar tiempo cocinando. Mirar cómo la flama se va desvaneciendo junto a las ilusiones. El gas se ha terminado. Maldecir al gusto. Observar el huevo crudo con tristeza. Darse cuenta de que cuando uno mira el huevo, el huevo lo mira a uno. Se pasan los frijoles a la cazuela apenas tibia e intentar, de manera infructuosa, quitarles lo frío. No pasa. Servir en un plato. Acompañar con totopos rancios. Lamentarse de no haber apartado dinero esa quincena para una emergencia. Comer en silencio. Tragarse la frustración sin hacer gestos. Mirar la cocina con tristeza, casi parece de esas cocinas que aparecen en los comerciales de campañas políticas. Con el hambre surge siempre la misma pregunta: ¿Hice lo correcto al independizarme?

Chiles rellenos de imaginación

(estilo los que hace mi mamá)

Ingredientes:

• Una llamada con mamá

• 1 chile poblano comprado con mucho esfuerzo (porque no supiste diferenciar entre poblano y chilaca)

• Queso (badota)

• Recuerdos de infancia

• Imaginación, mucha imaginación

• Fuerza para darte cuenta de que nunca te va a quedar la comida como la de tu mamá

Elaboración:

Llamas a mamá y le preguntas cómo hacer chiles rellenos. Ella te dice que no es tan difícil. Te dicta los ingredientes y los pasos a seguir. No anotas nada. Crees que no hace falta. Ella ya dijo que no es tan difícil. No estarán forrados porque se te acabó el huevo. La harina: un lujo total. No hay queso, bueno, compras cinco pesos en la tiendita, sabe horrible pero no hay más. Sí, mamá, yo te digo cómo me quedaron, chao, te quiero, nos vemos el finde. Intentas encender la estufa. Recuerdas que el gas se acabó esta mañana. Regresas el chile poblano a la nevera, como un reo que cumple su sentencia; el chile quedará olvidado por un par de meses, hasta que un hongo lo degrade o el hedor te haga tirarlo.

De pronto crees que mamá cocinaba casi como si supiera que algún día la ibas a extrañar así, en la cotidianidad de un chile relleno. Le escribes por WhatsApp para preguntarle si con cualquier queso basta. Te responde que sí, seguido de un “Te amo mucho, hijo”. Extrañar nunca es palabra suficiente cuando se trata de tu madre. Te acuerdas que esa comida suele preparártela cuando es tu cumpleaños. Piensas que en la próxima quincena te darás el lujo de cocinar chiles rellenos o chilaquiles. Sabes que no quedará igual, no hay sazón, no hay amor de mamá. Los platillos quedan comestibles, pero no es igual, nunca la comida será igual.

Smoothie de fresa con una rebanada de pan

Ingredientes:

• Leche

• Fresas congeladas

• Yogurt griego (si es que eres de lana)

• Hielo (puede extraerse del corazón de tu ex)

• Plátano, del que te sientas

Elaboración:

Poner todos los ingredientes en una licuadora junto a la idea de que no le quieres contar a mamá que te quedaste sin dinero. Que a veces no tienes ni para un atún. Que has racionado sopa Maruchan y pollo del Pechugón como si fueran víveres de guerra. Miras con envidia a tu par de gatos porque sabes que son los únicos en esa casa que han comido bien. No olvides, también, echar todos esos días en los que dormiste temprano para no cenar. Moler bien. Respirar hondo, decirte mil veces que todo va a mejorar. Pero las cosas no han mejorado desde hace meses. Cuentas los días para la quincena y calculas si puedes vivir tantos días sin gas.

Postre: galletas de animalitos o para lo que alcance

Llevo un par de años viviendo solo y aún no sé si aprenderé a cocinar tan bien. Creo que la adultez es como una receta mal escrita, mal dictada: sigues paso a paso y aun así nada te queda. Haces todo lo que viene ahí pero algo falta: gas, dinero, tiempo, huevos (literal y metafóricamente), o simplemente ganas, paciencia. Dicen que es fácil acostumbrarse a las cosas, pero hay días en que mi hambre no está en el estómago, está en el corazón. En ese sabor que ya no se encuentra y que quieres replicar, en el olor a la comida que tanto te gustaba y que ahora solo la puedes recrear si cierras los ojos y te la imaginas. Cocinar para uno no es solo aprender recetas. Es aprender a estar solo, a improvisar con lo que tienes en el refrigerador. A calentar los recuerdos hasta que sepan a algo. A veces lo logras, a veces ocurre el efecto contrario, quemas todo. Pero si tienes suerte, quizás la ensalada de atún que te comes diario sabe un poco menos triste.

Pero no todo es una causa perdida, una cocina después de una zona de guerra. Descubres que mamá no solo cocinaba, te alimentaba el alma. Que el amor también tiene forma de plato caliente o hot cakes con lechera y una película con mis hermanas. Que llamar por teléfono y preguntar: ¿Mami, cómo se hacen los chiles rellenos? ¿Ma, sabes cuánto tiempo hay que cocinar los jitomates? —eso también es otra forma de decir: te extraño.

Quizás mañana consiga para comprar el gas, quizás no. Pero seguro hay pan Bimbo, un par de gatitos que te ronronean cuando te ven afligido. Quizás esos mensajes esporádicos en los que mamá te dice: te amo, hijo, ¿cuándo vienes a la casa? Quizás eso sea el postre que tanto faltaba. Y a veces, eso alcanza para seguir.